Lápiz en un escritorio

             
        La primera vez que alcé la mirada, todo el lugar estaba lleno de ordenadores algunas paredes falsas separando los escritorios que llenaban el vacío del salón. Un día despidieron a más de tres personas, simplificaron espacio y personal, acondicionaron solo dos oficinas amplias y cómodas ya no tan apretadas como solían ser y peor aún, en verano (era insoportable). Un muchacho muy joven fue beneficiado. A Joel lo ascendieron de supervisor de ventas a Ejecutivo de cuentas corporativas, valla nombre, valla responsabilidad que le dieron a este muchacho, valla orgullo. Lo curioso es que el no pidió nada.
     
En su primer día como Ejecutivo Joel simplemente me uso para escribir un poema entristecido, al costado un dibujo de una pupila dilatada y una pestaña caída dentro de un agujero negro, no entendía la relación del poema con el bosquejo, pasaban los días y solo recorría garabatos y circunferencias en el block de notas y ordenes de pedido, nombre tras nombre, colmaban la hoja en blanco, a veces Joel no contestaba las llamadas de celular ni las de su anexo telefónico , el no quería hablar con nadie, la empresa no cumplía con sus clientes y Joel tenía que dar explicaciones absurdas a los compradores, a los exclusivísimos clientes de grandes grupos y corporaciones. Joel se sentía traicionado por el sistema de cual nunca quiso formar parte, el ya no quería nada, un día equivocadamente me llevo con él, en su maletín a una reunión importante. Me tomo para hacer una firma, grande fue la sorpresa al no encontrar ningún bolígrafo solo estaba yo con tantas ganas de ayudarlo pero él no me necesitaba, me escondía vergonzosamente al ver que todos observaban su elegancia pero con un cochino lápiz para estudiantes de primaria, el no tenía ni un parker ni un cross en el bolsillo de su camisa el me tenía a mí, y yo me sentí desgraciado igual que Joel, a la salida Joel compro un cigarrillo, yo lo podía distinguir por que el en toda su vergüenza me oculto en su saco, pues de cuatro caladas acabo el cigarrillo compró un chicle de menta y se lo introdujo a la boca, se lamentaba de la burocracia, del sistema, del incumplimiento de la empresa donde trabaja, el se quejaba de todo, empezó a idear cosas para crear el mismo sin depender de nadie, saco un papel y cuando pretendía sacarme, llego su microbús, subió y ya sentado pude ayudarlo a crear nuevas cosas, proyectos que el tenia en la mente me sentí importante, sentí que contribuía con la alegría de Joel, entusiasmo que irradiaba desde su mirada hasta su pulso hasta el sudor de sus dedos. llegamos a la oficina y me dejo sobre el escritorio al costado de una guía de industrias textiles al otro extremo podía ver el bolígrafo negro marca Hordex, Joel regresó , saco una hoja totalmente blanca y empezó a dibujar un ángel con el rostro lleno de sonrisa, hizo muchas sombras y delineados le puso mucho volumen al cuerpo, bastante perspectiva, ya eran las seis y media de la tarde no había nadie en la oficina, a las siete y dos minutos el termino de dibujar, ya estaba yo muy gastado, termine mi vida con un ángel, el dejo la hoja sobre el escritorio y escribió un poema con lo último de mi vida, fue el mejor poema que él había escrito lo pego en su cuaderno y se fue, a mi me dejo en la parte más alta de una estantería, nadie me podía alcanzar, dejo mi vida ahí, pues solo me quedaba el borrador de la parte final, cuando yo ya estaba agonizando vi llegar a Joel a los dos días siguientes muy temprano y muy contento él, se le veía feliz con mucha sonrisa para regalar, sin saco ni corbata.
  
   
    Presento su carta de renuncia, se despidió de sus amigos y se marcho, cuando él se alejaba por el pasadizo pude leer que en la parte posterior de su polo decía "A la mierda lo demás".

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