Claramente recuerdo
en las misas aburridas a las que iba desde niño, la única parte del culto que
me gustaba era cuando aprendía a contemplar las cosas con quietud absoluta y curiosidad
paliativa; momento exacto cuando después de tragar la hostia una alegría
resignada expectante al beber el vino, limpiando la copa con un placer
repetitivo, relamiéndose la gota sobrante del ritual. Era esta, la única parte de la
misa en la que observaba total tranquilidad y sinceridad en el padre. Era muy niño pero aquellas sensaciones no se
olvidan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
%?&%$·¿0=/&·3*Ç+¨´g&7R/%Rrr!!